Combinar alcohol y medicamentos puede generar una serie de efectos para nuestro cuerpo, por lo que es importante conocer sus riesgos, cuáles requieren especial cuidado y los que nunca deberían consumirse juntos. Es por ello que, Daniela Villarroel, médico jefe del Servicio de Urgencias de Clínica Bupa Reñaca, nos orienta al respecto.
"Existen dos interacciones principales entre el alcohol y los medicamentos: aquellas en las cuales el alcohol influye en el metabolismo de los fármacos -que ocurre principalmente en el hígado-, y aquellas en las que el alcohol altera el efecto del medicamento en sí, por ejemplo, en el sistema nervioso central. Es importante conocer estos riesgos para abstenerse del consumo de alcohol cuando corresponda", dice la doctora.
De acuerdo a lo que explica la especialista, hay diferentes tipos de medicamentos con los que hay que estar atentos, como las benzodiacepinas, antihistamínicos, antidepresivos, relajantes musculares, antibióticos, antiinflamatorios y derivados de los opiáceos, inhibidores de los receptores H2 y los anticoagulantes.
"Dentro de los medicamentos de uso más frecuente, al mezclar alcohol con benzodiacepinas, con algunos antihistamínicos más antiguos que tienen acción sedante, y algunos antidepresivos, se potencia el efecto sedante y se corre el riesgo de presentar alteración de conciencia, aspiración de contenido gástrico al alterarse el reflejo de tos, o el riesgo de caídas o accidentes de otro tipo", detalla.
En otros casos, como ocurre con algunos anticoagulantes, el alcohol puede alterar el metabolismo del fármaco a nivel hepático, lo que aumenta los niveles de anticoagulación, con el eventual riesgo de sangrado.
"Además, hay un tipo de interacción con algunos medicamentos que produce el llamado efecto antabús. Este se utiliza para generar deshabituación del alcohol en personas que tienen un hábito etílico crónico, generando náuseas, vómitos, sudoración y enrojecimiento facial", agrega la experta.
La doctora Villarroel explica que se debería consultar cada vez que ocurra una reacción inesperada frente al uso de un fármaco -no solo ante la presencia de alcohol- tales como eritema facial, taquicardia, sudoración, náusea, vómitos o algún tipo de alteración de consciencia.
"Dado la variedad y la complejidad de las interacciones entre el alcohol y los diferentes medicamentos, lo más recomendable es tomar una actitud cauta frente a la ingesta de alcohol en estas situaciones. Como regla, siempre leer el prospecto de cada fármaco y tener en cuenta que el efecto del alcohol es depresor del sistema nervioso central, por lo tanto, hay que estar atentos a la potencial sinergia con otros medicamentos sedantes", sostiene la especialista de Clínica Bupa Reñaca.